Insólito: pescaron un tiburón de 90 kilos en Claromecó

Cambio climático, un caso perdido en el mar, una presencia más común de lo que creemos, sorpresas de verano. Horas previas al primer fin de semana del 2025, la costa de Claromecó, al sudoeste bonaerense, protagonizó un hecho insólito: dos pescadores atraparon un tiburón de casi cien kilos. Después lo devolvieron al mar.

En la Argentina hay más de medio centenar de especies de tiburones, pero el crecimiento lento, la madurez tardía para reproducirse y el bajo número de crías son características biológicas que los hacen vulnerables a la sobrepesca.

 
 
Durante el mediodía del viernes 3 de enero, el experimentado pescador tresarroyense Gastón Zucco y su amigo Gabriel Muñoz de la ciudad de Tandil, lograron pescar un enorme tiburón bacota de 2,49 metros de largo y de un peso aproximado de entre 85 y 90 kilos.

Gastón contó a La Voz del Pueblo de Tres Arroyos que es un “cazador y fanático de la pesca de tiburones”.

Totalmente equipado y pasando unos días en Claromecó, le preguntó a Gastón “donde podría fondear la línea para sacar los grandes”.

El tiburón en Claromecó: «Buenas condiciones para estos bichos»
El tresarroyense consultó con lancheros de mucha trayectoria pesquera en las aguas del mar claromequense, no dudaron en probar en la zona recomendada, el Pozo de Alonso, muy cercano a las playas céntricas.

“Esta mañana me avisó que iba a probar y sin dudar fui –contó Gastón–. El mar con viento del sur y olas grandes, son buenas condiciones para estos bichos”.

Aproximadamente a las 11 tiraron la línea encarnada con una lisa (pez) completa, con la ayuda de un dron, para ganar distancia.

El aparejo llegó a unos 310 metros de la costa. “El pique fue cerca de las 12 y con una pelea compartida que duró hasta alrededor de las 13”, describió Gastón.

En un video que subieron a las redes se lo puede ver junto a Gabriel dando una fuerte pelea con el bacota. Tras marcarlo y tomarse unas fotos, devolvieron al mar.

“Emocionados, cansados y felices”, cerraron los pescadores.

El tiburón bacota
El tiburón cobrizo o jaquetón cobre (Carcharhinus brachyurus) es una especie de elasmobranquio carcarriniforme de la familia Carcharhinidae que habita la mayor parte de los océanos del mundo con aguas cálidas o templadas.

Las de Claromecó, como todas las playas de Necochea hacia el sudoeste bonaerense hasta Pehuen-có y Monte Hermoso, son aguas cálidas, comparadas a otras como Mar del Plata y Villa Gesell, con corrientes que vienen de Brasil, lo que puede generar un mejor hábitat para este tipo de animales.

El tiburón cobrizo, ocupa una gran variedad de hábitats de agua dulce y salobre. Se ha comprobado que estos animales pueden nadar a profundidades de 100 metros.

Carcharhinus brachyurus cuenta con unos dientes triangulares muy grandes. Sus ojos son grandes, bien redondos, con un punto negro en el medio. También tienen grandes aletas pectorales con puntas redondeadas. Esta especie carece de una cresta interdorsal.

Más vulnerables que peligrosos
A pesar de su mala prensa y de estar relacionados a zonas tropicales, de las 300 especies conocidas de tiburones, en el Mar Argentino viven unas 55. Y en el último siglo solo fue informado un ataque a humanos: ocurrió el 22 de enero de 1954 en Miramar, a un turista de 18 años.

Como remarca Mercedes Benialgo para Qi (Ideas y acciones para una vida sustentable), además de verse afectados, al igual que muchos otros animales, por las grandes problemáticas medioambientales globales como la contaminación y la pérdida de ecosistemas, «también son foco de múltiples amenazas por parte de las actividades humanas, especialmente su pesca, pero también la de otras especies marinas, que los afecta sensiblemente de manera indirecta».

El 14 de julio, con motivo del Día Internacional de la Conciencia por los Tiburones, la Fundación Vida Silvestre Argentina destacó la importancia del papel que cumplen estos animales como depredadores, que se refleja en el control del sobrepastoreo marino.

Esa vegetación «tiene la capacidad de capturar carbono de la atmósfera 35 veces más rápido que los bosques tropicales, con lo cual se hace evidente el aporte de los tiburones a la mitigación del calentamiento global y el cambio climático. La necesidad de protegerlos se ha hecho oír y actualmente existen distintos proyectos de conservación tanto a nivel nacional como de manera conjunta con países vecinos que comparten espacios marítimos con la Argentina».

La Ley en Provincia para la pesca de tiburones
Hay regiones que cuentan con leyes regulatorias. En provincia de Buenos Aires, la reglamentación vigente establece que los tiburones de las especies escalandrún, bacota, gatopardo, martillo y cazón pueden ser capturados únicamente con caña y ser inmediatamente devueltos al agua. A nivel nacional, los buques comerciales no pueden desembarcar tiburones mayores de 1,6 metros de longitud total en ningún puerto.

Hace unos años, el CONICET difundió un artículo a propósito de la difusión de ciertos videos caseros que mostraban tiburones en la costa bonaerense, causando curiosidad y preocupación a nivel social. Allí, el investigador del CONICET en el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMYC, CONICET-UNMDP), Santiago Barbini explicaba que las reglamentaciones vigentes se basan en estudios biológicos y estadísticos que indican que estos animales muestran una fuerte disminución en sus poblaciones como consecuencia de la combinación de distintos factores, como un bajo ritmo reproductivo y la presión de la explotación pesquera. «Particularmente en el caso del escalandrún, la información difundida desde el organismo de ciencia señala que la especie se encuentra en “peligro crítico de extinción” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN)».

Se trata de un animal inofensivo con una situación muy particular: “Se alimenta de peces medianos y su dentición no está adaptada a cortar trozos, motivo por el cual traga a sus presas enteras. Esto hace que trate al anzuelo con carnada de la misma manera, que se termina clavando en sus órganos internos y le provoca serias lesiones que lo perjudican incluso para sobrevivir una vez que es devuelto al agua”.

Entre las medidas que se promueven en la pesca responsable, sugieren la colocación de una boya mediana a unos 30 centímetros del anzuelo para evitar que lo trague. De todas las especies de tiburones de nuestras aguas, el escalandrún es el más complicado: la población se redujo un 90 por ciento en las últimas cuatro décadas como resultado de malas prácticas pesqueras no solo en nuestro territorio sino también en Uruguay y en Brasil.

Conservar tiburones en Argentina
“Conservar Tiburones en Argentina” es el nombre de un proyecto de ciencia ciudadana que trabaja en Buenos Aires, Río Negro, Chubut y Santa Cruz desde 2010: busca comprometer a los pescadores deportivos a cambiar la foto triunfal con el pez muerto en brazos, por la colocación de una marca y su devolución al agua, contribuyendo así con su estudio y seguimiento. Eso mismo sucedió en Claromecó.

«La marcación consiste en la introducción de un dispositivo de identificación debajo de la aleta dorsal. En caso de una recaptura, permite determinar el recorrido migratorio, días en libertad, crecimiento, supervivencia, cantidad de hembras y ejemplares cercanos al tamaño de parto, categoría de conservación según la UICN, entre otros factores», sostiene Mercedes Benialgo.

Creado por especialistas del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN), la Universidad de La Plata (UNLP) y la Wildlife Conservation Society (WCS), el proyecto reúne a unos 150 pescadores deportivos argentinos particulares y organizados en agrupaciones en distintos puntos costeros. Hasta el momento, ya marcaron y devolvieron con vida de más de 1.400 tiburones costeros en el Mar Argentino. Y se registraron 17 recapturas que permitieron recabar información inédita sobre los hábitos de vida de cada especie.