Plan económico agotado: baja la inflación, pero el repunte del consumo no llega

Las ventas pymes se contrajeron en septiembre comparado con el mes anterior. En el mismo sentido, el consumo masivo no logra repuntar pese al amesetamiento de las subas de precios. Además, el poder adquisitivo del salario medio está por debajo del de noviembre de 2023.

Economía12/10/2024Jorge NietoJorge Nieto
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Tras 10 meses, la inflación mensual rompió el piso del 4 por ciento, algo que esperaban que ocurriera primero en julio y luego en agosto. Finalmente, ocurrió en septiembre, cuando las subas generales promediaron 3,5%. Una cifra que se arrima al ritmo mensual de devaluación programada por el gobierno (2%). Bajarla a ese nivel es el próximo objetivo de la política económica, ya que la convergencia de la inflación con la devaluación controlada es condición para levantar el “cepo”, según expresaron desde la administración anarco libertaria.

“El proceso de desinflación continúa y el rumbo de ortodoxia fiscal y monetaria no cambiará”, sostuvieron desde el Gobierno al celebrar las subas más bajas desde noviembre de 2021. Lo cierto es que la baja de la inflación responde a dos factores determinantes: la recesión, producto del ajuste fiscal, y el atraso del tipo de cambio. Recesión y un tipo de cambio que se aprecia (al ajustar más lento que las subas de precios) sin reservas en el Banco Central, son aspectos contradictorios con una economía sana. 

Es decir, rumbear hacia una economía más estable implica transformar los factores que explican esta desaceleración de precios. Por lo que la pregunta que cabe hacerse es cuán sostenible es esta baja de los precios promedio que vimos en septiembre. Dicho de otro modo, ¿es compatible hoy una tendencia de los precios a la baja con un incremento de la demanda y del ritmo de la actividad?

La encrucijada del Gobierno

Sin un plan de estabilización profundo, la dinámica de las principales variables de la economía condiciona al gobierno a optar entre desacelerar la inflación y continuar en fase recesiva o recuperar actividad económica y postergar baja de la inflación. El mismo ex ministro de economía Domingo Cavallo lo plantea con claridad en su último informe, al aclarar que una expansión de la demanda ayudaría a consolidar “la incipiente recuperación del nivel de actividad”, pero impediría que la tasa de inflación esté entre “el 1 y el 2% mensual”.

Hasta el momento pareciera que el gobierno no resolvió ese dilema que le presenta su plan económico ya agotado. La recuperación de la actividad no logra consolidarse y termina por resultar en sólo una insinuación. Lo vimos en julio cuando la actividad productiva incrementó respecto al mes anterior, en donde la clave fue la expansión del crédito.

Los préstamos se materializaron, sobre todo, en el sector de la construcción que, apalancado por obras privadas, demandó insumos de diferentes sectores productivos. En ese mes el crédito hipotecario había incrementado un 10% respecto a junio, mientras que tanto los créditos a sola firma, como los personales y prendarios crecieron intermensualmente en torno a 20%, de acuerdo al último informe sobre entidades financieras del Banco Central.

Sin embargo, la performance de la actividad de agosto es más brumosa. Mientras las estadísticas oficiales muestran que la producción manufacturera permaneció estable, informes privados publican lo contrario. Asimismo, relevamientos sectoriales dan cuenta de retracción en sectores claves de la economía como lo son los indicadores del nivel de actividad de la construcción.  

El consumo tampoco muestra signos de recuperación indiscutible
Por el lado del consumo también hay controversias y falta de consenso. A la espera de cifras oficiales, desde la cámara de la mediana empresa señalan que las ventas pymes se contrajeron en septiembre comparado con el mes anterior. En el mismo sentido, el consumo masivo no logra repuntar pese al amesetamiento de las subas de precios, de hecho, según proyecciones de consultoras especializadas, podría cerrar el año con las peores cifras desde el 2001. 

Desde la vereda de en frente, Marcos Galperín, el dueño de Mercado Libre, que no reniega en defender al gobierno en las redes cual troll, dijo que las ventas en su plataforma son récord. En un tuit el empresario destacó que “agosto fue el mes récord de unidades vendidas”, abonando la tesis de que la actividad y el consumo están picando en punta.

Sin contradecir las métricas del argentino más rico de acuerdo al ranking Forbes, al consultar a una empresa de tecnología testigo, consolidada en el mercado, señalaron que las ventas de su marca mediante la plataforma de Galperín explica poco más del 30%. Más del 60% restante del volumen de ventas de la firma se realiza mediante otros canales. Desde la multinacional que producen electrónica de consumo señalaron que el mes del 2024 que más vendieron a sus proveedores fue mayo, de ahí los despachos oscilaron, pero mostraron en agosto un repunte en casi todos los segmentos.

En los salarios está la llave para motorizar la demanda 
De cualquier manera, para que la recuperación del entramado productivo se haga tendencia y con ello se motorice el nivel de actividad, es clave la recomposición de uno de los precios de la economía que se encuentra atrasado: el salario. El poder adquisitivo del salario medio aún está por debajo del de noviembre del 2023 y el mínimo es de los más bajos de la región. Esto significa que con un mínimo de $ 271.571 los trabajadores deben enfrentar un boleto de transporte urbano de $ 940, en Córdoba. 

En efecto, solo para trasladarse a su trabajo tienen un gasto de $ 1.880 por día que escala a $ 9.400 a la semana y a más de 40 mil en un mes. Siempre y cuando se trate sólo de dos viajes por jornada. Mientras que la canasta básica para una familia de 3 integrantes es de 341.311 pesos de acuerdo estimaciones de Indec. 

Las reservas en dólares, el talón de Aquiles del Gobierno
Sin embargo, en este estado de situación el anverso de una recuperación de la demanda podría traer daños colaterales. Puesto que una franca recuperación de la actividad insume indefectiblemente dólares. El incremento de la demanda hace que se produzcan más bienes y estos requieren de insumos importados, por tanto, más producción requiere de divisas para importar. 

De lo anterior se desprende que la recuperación del nivel de actividad necesita ser financiada con dólares que hoy el gobierno no tiene. Por tanto, si finalmente se decide buscar consolidar el consumo y la actividad (sin un plan económico mediante) con un dólar barato y escaso se corre el riesgo de que el tipo de cambio salte. Por tanto, se borre de un plumazo la desinflación pretendida.  

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